—Cro’que es el Diablo—

 
A finales de la década de los 70s más o menos, Rasmón andaba trabajando por Las Joyas, un paraje ubicado cerca de la colonia Santa Cruz Xochiaca,  cuando de repente oyó el grito de unas mujeres de esa localidad y fue a ver qué pasaba, eran unas leñadoras de allá de Santa Cruz, unas señoras y unas jóvenes que le fueron a pedir auxilio para que matara una víbora muy grande que habían visto.

Ya bastantes años después, les contaba esta historia a sus amigos en las tiendas de San Juan Xochiaca mientras tomaba cervezas o una copa de Revuelto (Licores mezclados). Y ellos le cuestionaban:

—¿Qué pasó?

—Pues andaba yo “rozando” (limpiando los arbustos de su terreno para sembrar chícharo con un machete con cabo de madera para hacer más amplio el alcance del machete)—Decía mientras con las manos hacía como que rozaba, así muy trabajador, así muy de chamba.

—Y entonces unas señoras gritaban muy fuerte, de verdad muy fuerte, y me fueron a pedir ayuda hasta mi terreno— Seguía contando ante la mirada atenta de sus cuates.

—¿De qué ayuda o para qué?— Cuestionó uno de sus amigos mientras exhalaba una bocanada de esos cigarros sin filtro.

—Es que andaban leñando y vieron entre los árboles una víbora—Respondió Rasmón... y guardó silencio antes de proseguir.

—Una de ellas muy asustada me dijo: Señor, señor, nos espantó una víbora que está enredada en las ramas de los árboles, una Mazacuata bien grande, muy grande, “Cro’que es el Diablo” (Creo que es el Diablo).—

—¿Y? ... ¿Y luego?— Cuestionaron sus cuates que sabían que Rasmón era conocido en el pueblo como valiente y peleonero.
 

—Que voy con mi machete a donde ellas me indicaron, y sí, allí estaba enredada en las ramas de un encino, NO he visto una serpiente tan grande, ni creo que nadie haya visto por acá una así de grande y gruesa, me fui acercando para verla mejor— Decía Rasmón mientras dejaba su cerveza en el mostrador de la tienda y con sus manos hacía como que apartaba ramas y maleza, ...su relato se volvía lento, muy lento...

—¿La mataste?— Se oyó una voz impaciente…

—Nooo qué, mientras más me acercaba, más se me quedaba mirando—(Dijo con su cara muy sorprendida como si otra vez viviera ese suceso)

—Me regresé,...yo dejé que se fuera—
 

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